Renovables y lógica aplastante

Durante el año 2023, la inmensa mayoría de las nuevas instalaciones de plantas productoras de energía, más de un 85%, correspondieron a energías renovables, sobre todo solar y eólica. Sobre un total construido de 553 nuevas plantas productoras de energía en el mundo, 473 fueron dedicadas a la producción de energía renovable, con la solar muy destacada con el 63% de la capacidad total.

En total. se añadieron 473 GW de capacidad de generación de electricidad renovable, frente a 308 GW del año anterior, y casi doblando la capacidad instalada en 2021. La incorporación de capacidad de energías renovables ha sido cada vez más constante durante las últimas dos décadas, pero el año pasado fue un año de enorme éxito, impulsado en gran medida por China: en 2023, China instaló 217 GW de paneles solares, casi tanta energía solar como todo el resto del mundo en 2022, y ese fortísimo ritmo de instalación se ha mantenido este año. La capacidad eólica mundial también ha superado el umbral de 1 TW.

Obviamente, capacidad no equivale a generación, pero en 2023, por primera vez, las tecnologías de generación energética libres de emisiones de dióxido de carbono representaron más del 43% de la generación eléctrica mundial, si se incluye la energía nuclear (que no es renovable), mientras que las estrictamente renovables alcanzaron un 30%.

Junto con el aumento de las fuentes renovables, se ha producido una fuerte desaceleración en la construcción de plantas de energía no renovable, así como una tendencia a desmantelar cada vez más instalaciones de combustibles fósiles. En los Estados Unidos, por ejemplo, las plantas de carbón y gas natural representaron el 98% de las retiradas de capacidad energética en 2023.

¿Qué hace que se cierren plantas de producción de energía alimentadas por combustibles fósiles y se abran cada vez más de energía solar y eólica? El sector energético es el principal emisor de dióxido de carbono del mundo y tendrá que descarbonizarse completamente en 2035 en los principales países desarrollados, y en 2045 en el resto del mundo para cumplir los objetivos internacionales de emisiones. Pero aparte de esos compromisos climáticos adquiridos, es muy sencillo: lo que de verdad está provocando ese efecto es ni más ni menos que la lógica aplastante, la que hace que muchas de las plantas de carbón, gas o nucleares de construcción ya aprobada en muchos países del mundo vayan a terminar no siendo construidas. Los números, simplemente, no salen.

Incluyendo costes fijos y variables, las energías solar y eléctrica cuestan la mitad que el carbón y el gas, y un tercio del coste de la nuclear. Una aritmética incontestable que hace que, hoy en día, instalar centrales de producción de energía que no sean responsables no tenga ningún sentido, más allá de la no disponibilidad de lugares adecuados para la producción solar o eólico, o la más que posible ignorancia o corrupción de los responsables políticos que toman las decisiones de instalación.

A principios de este siglo, en el 2000, las energías renovables estaban representadas casi en su totalidad por instalaciones hidroeléctricas, con el 19% de la generación eléctrica mundial. Pero en las décadas posteriores, la energía solar y eólica irrumpieron en escena con unos costes rápidamente descendentes, y pasaron de ser prácticamente nulas, a casi la mitad del total de energía limpia. Mientras tanto, el crecimiento de la energía hidroeléctrica ha estado estancado durante décadas, y una sequía mundial está provocando ahora un mínimo de cinco años en la generación hidroeléctrica.

Pero si el mundo se propone de verdad lograr su objetivo adquirido en Dubai de triplicar las energías renovables, que permitiría al mundo alcanzar el 60% de electricidad renovable en 2030 y reducir a la mitad las emisiones del sector energético, será en gran medida gracias a la energía solar. La energía solar ha sido la fuente de generación de electricidad de más rápido crecimiento durante diecinueve años consecutivos, a pesar de haber pasado por una pandemia mundial y de la existencia de guerras comerciales.

Llevamos ya mucho tiempo diciéndolo: nada tiene tanta lógica como aprovechar fuentes de energía que, tras construirlas, se alimentan de recursos tan gratuitos como el sol y el viento, y no precisan prácticamente mantenimiento. Si añadimos que las baterías están cayendo también rápidamente en sus costes y mejorando sus prestaciones, un futuro alimentado por la combinación de renovables y baterías es ya simplemente una cuestión de pura lógica.

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